domingo, 8 de agosto de 2010

Estadísticas y Prejuicios

De a poco me voy animando a salir nuevamente, cada vez más lejos, por más tiempo y a otros lugares. Hoy salí a cenar con los chicos de teatro y llegué a casa a las 5AM, después de mucho tiempo sin volver tan tarde. La velada se prolongó más de lo habitual, fue una de esas noches en las que cada tema que se toca deriva en otra charla más divertida y profunda que la anterior, conoces muchas cosas nuevas de personas que conoces (hace)poco y te encontrás contando secretos que pensabas que nunca dirías en voz alta.
No pude evitar darme cuenta que reiteradamente aparecía un mismo motivo como excusa que condicionaba algunos de nuestros comportamientos: el ojo crítico de la sociedad. Cómo lo que para la sociedad es algo común se convierte en normal y por ende está bien o al menos no es mal visto y pasa a ser lo más frecuente. Esto hace que las probabilidades de que suceda algo que no es común para la sociedad en público, sean prácticamente nulas. Uno de mis ejemplos fue cómo un chico que le da su número de teléfono a una chica o le pide el suyo en el subte es un escenario normal(sobre todo en películas y series yankis) y lo rarísimo que fuera que un hombre haga lo mismo pero con otro tipo que le gustó. Y que, hasta yo que me considero bastante open mind probablemente no lo haría.
Acto seguido a este planteo me encuentro esperando el 105 con un chico con chupines pintados con acrílico(por él mismo, seguramente) delante mío. Cruce de miradas, comentarios con risas de por medio cuando suben primero las parejas que estaban últimas en la fila "porque son más importantes que nosotros que somos solteros", seguido por un viaje con más miradas entre mi lectura del suplemento Soy y sus intermitentes siestas. Yo estaba decidido a dar el gran paso para la diversidad, decidí buscar más tarde un papel para escribir mis 10 dígitos mientras me quejaba por no tener una tarjeta hecha previamente. Se bajó del colectivo mucho antes de lo que esperaba. Una lástima, no me dio tiempo a nada y me parecía demasiado bajarme atrás de él.
Aún me sigo arrepintiendo, no sólo porque tal vez había alguna oportunidad, sino por no enfrentarme al supuesto prejuicio social. No me parece ético quejarse de algo sin hacer nada para cambiarlo. Ojalá pronto me anime, aunque sea de a poquito como mi regreso a la vida nocturna, y así las estadísticas de lo que es poco común en la sociedad también suban, al menos de a poco...

No hay comentarios:

Publicar un comentario