miércoles, 28 de octubre de 2009

Día D: Crónicas de un Plantón

No sé por qué será que siempre me identifico tanto con los personajes anti-héroe, o anti-heroína en el caso de la nueva serie Ciega a Citas. Porque si bien sabemos que la mayoría de los finales ficticios son felices siempre inexplicablemente por el amor que aparece de la nada(con algunas excepciones que vi últimamente, como por ejemplo la obra de teatro Noches de Verano que tiene un final feliz para todos los personales pero por el crecimiento personal y aprendizaje de cada uno y sin tener que ver necesariamente con el amor), no está nada mal que cada tanto haya un personaje tragicómico real que nos haga sentir que no somos los únicos patéticos que vivimos situaciones crueles e irónicas en nuestra vida cotidiana.
Complejos con nuestro cuerpo, diferencias en la visión de las cosas con respecto al resto de la gente y, por supuesto, mala suerte en el amor. Porque aunque a veces no creamos en él y no queramos admitirlo, nos interesa. Me encanta disfrutar de la independencia de poder hacer las cosas que quiero sin la necesidad de alguien más, pero cada tanto está bueno tener una compañía. Y como me aburre la monotonía, por tooooodo esto uno acepta acceder a una cita a ciegas después de varios meses.
Es arriesgado apostar muchas fichas en una persona porque sabemos que se las puede quedar a todas la banca. Y así sucedió, no fue. Como uno ya es experto en estas situaciones y lo huele previamente, salí con mis amigos cerca del punto de encuentro para no me quedarme como la Penélope de la canción, esperando tristemente frente a la estación...
Pero el día d es lo peor: cada vez que te suena el celular, que se conecta o te habla alguien en el msn o te llega un mail pensás que es él/ella para decirte que Godzilla estaba bloqueando la puerta de su casa y que le robaron el celular y que se le quemó la computadora u otra excusa tonta o aunque sea una disculpa pero noooooo! ¡Por supuesto que no! Si no se dignó a dar la cara en el encuentro, ¿te pensás que va a aparecer y admitir un error? ¡Pero por favor! Me encantaría que lo hiciera para poder tirarle toda la bronca y el mal humor que se estuvieron fumando mis amigos y que solo le corresponde al jardinero(como metáfora porque me "plantó", ojala fuera el jardinero de Desperate Housewives o el de la versión local).
Lo que más me molesta es que me quite la fe que tengo en las personas, porque cuesta confiar y gente como esta pareciera que te dice "no estás equivocado, hay pocos que valen la pena y son tus amigos". Creo que cuanto más "normales" parecen(saben que odio la palabra normal pero en este caso la uso para que se entienda mejor mi punto), peores son.
Cambié mi búsqueda, ajusté las prioridades, me enfoqué en lo que realmente importa y quiero, pero me olvidé que con solo un cambio de actitud mío no bastaba, el asunto también depende de quién este del otro lado.
En fin, son cosas que pasan, que le pasan a personas reales de la vida real. Que me pasan a mí, tal vez a vos también y que está bueno saberlo porque, de alguna manera te hace sentir que después de todo no estás tan solo como pensás...

jueves, 22 de octubre de 2009

Suceptibilidad a Flor de Piel

Cambiar los malos hábitos no es sencillo, mucho menos cuando son hábitos a los que estamos acostumbrados, que tienen años y a veces hasta nos encariñamos o les encontramos cierto encanto.
Las etapas de cambios siempre duran más de lo que esperamos. Por momentos pensamos que ya tenemos todo resuelto pero no, siempre aparece algo o varias cosas nuevas que nos desorientan y nos hacen olvidar de todo el esfuerzo que nos llevó el camino recorrido hasta el momento.
Es difícil dejar las manías de lado, modificar los defectos aún cuando se sabe que están y conviven con nosotros desde hace muchísimo tiempo, que ya son parte de nuestra personalidad.
¿Cómo se puede tener mal humor antes de las 11AM? La respuesta es fácil: teniendo un carácter de mierda y lo admito, me hago cargo aunque no estoy orgulloso. Me encantaría poder echarle la culpa a la menstruación pero soy hombre así que no tengo excusas.
Es uno de esos días en los que pareciera que todo el universo está en contra de uno, que todos se aliaron para que la pasara mal pero no es así, simplemente las pequeñas cosas que normalmente me caen mal y que no me preocupo en detenerme a molestarme por ellas cuando estoy bien, hoy, esas mismas cosas sencillamente no las soporto. Desde el viejo vendedor ambulante sin paletas que, siendo jueves es la tercera vez en esta semana que se sube al mismo colectivo que yo y hasta ya me sé de memoria su speech de venta, hasta ver tantos hombres lindos me pone de mala onda, ¿por qué? Porque me recuerdan mi abstinencia y me dan bronca.
Son esos momentos en los que necesitas escuchar música bien fuerte y comer todo el tiempo(o en su defecto, masticar mucho chicle, con globos molestos incluídos por supuesto) para evitar matar a alguien. Pero no querés mejorar tu humor, vos querés seguir de mal humor, estar encerrado en una burbuja solo, sin que nadie te moleste de ninguna manera y que ya sea mañana.
En fin, hoy debería ser sólo un punto aparte, un recordatorio de que todavía falta mucho por recorrer y que debemos seguir remando para no ahogarnos en el vaso de agua...

viernes, 2 de octubre de 2009

Malas Costumbres

Las costumbres no son sanas… ni las buenas ni las malas. Porque si nos acostumbramos a algo bueno, cuando esto ya no está más la situación se convierte en un problema. Pero tampoco nos sirve acostumbrarnos a lo que nos hace mal ni a la falta de aquellas cosas que necesitamos.

Después de todo, las costumbres son simplemente un estado de comodidad, es conformarnos con lo que tenemos y no salir a buscar lo que realmente queremos.

El dilema está en que desde que nacemos nos crían para acostumbrarnos y desacostumbrarnos, por dar un ejemplo como pasa con los chupetes y los pañales cuando somos bebés: nuestros padres primero nos hacen usarlos por unos años y luego hacen lo imposible para que los abandonemos.

Hasta que crecemos y nos quedamos con lo que nos dan, con lo bueno y con lo malo… ¡solo por costumbre!

Creo que lo más recomendable es acostumbrarse a no acostumbrarse a nada.