lunes, 31 de agosto de 2009

Cuestión de Actitud...

Cada persona sufre y vive sus duelos a su manera, no siempre de la forma que cada uno quisiera, pero es preferible tomarse el tiempo que se necesite para poder volver a tener ganas de estar bien, de seguir adelante.
Pasaron varios meses en los que no estuve muy feliz. Estar inestable emocionalmente no es raro para mí y se me volvió costumbre. No tenía ánimos para salir, seguía negando muchas cosas, renegando de otras... Me sentía incómodo conmigo mismo, inconforme.
Decidí tomar cartas en el asunto, tomé fuerzas, realmente quería(y quiero) que las cosas cambiaran y eso se logra con un cambio de actitud. Ya estaba demasiado cansado de remar y andar a los golpes por la vida, ya era hora de volver a estar y sentirme bien yo para poder estar bien con los demás, con todo.
Me siento más positivo, con buenas vibras, con ganas de disfrutar de mi juventud y de todo lo que tiene para brindarme. Ya no quiero encerrarme, tengo ganas de salir, de conocer gente nueva, de abrir mi mente y no descartar ninguna posibilidad. Quiero alejarme de todo lo que me pueda hacer mal.
La tormenta pasó y salió el arcoiris. De a poco voy rompiendo mis patrones y mis reglas. Estoy empezando a ver las cosas desde perspectivas distintas, a descubrir sensaciones reales y adecuadas a las situaciones que vivo.
La seguridad y la confianza van volviendo lentamente, me estoy reencontrando conmigo, estoy creciendo, madurando, aprendiendo, viviendo... otra vez. Al fin!

sábado, 15 de agosto de 2009

"in"Dependiente

Debería aprovechar los momentos de positivismo para escribir y poder describir esas sensaciones cuando las estoy sintiendo. Sentarme y escribir ahora sobre lo bien que me sentía ayer no me sirve, no me sale si ahora tengo un sentimiento antónimo.
Este clima primaveresco me puso de buen humor. Me levantó el ánimo, me hizo perder la noción del tiempo por un rato y creer que era primavera, que mi cumpleaños se acercaba, veía a la gente con... -Si digo "con poca ropa" queda mal, si pongo "más suelta de ropa" también y si escribo "con ropa menos abultada" queda peor!- Me refiero a que la gente no andaba con sus camperotas enormes, se volvieron a ver piernas y escotes, las hormonas se revoloteaban un poco más, se veía a las personas más felices, se podía abrir la ventanilla del colectivo y viajar con el viento acariciandote la cara, etc. Desde el comienzo del día me sentí bien, me puse ropa linda, tenía una actitud... se que va a sonar raro pero, cuando llegan la primavera y mi cumpleaños, en esos días tengo una linda sensación positiva que se apodera de mí, siento como si todo es posible, y ayer tuve esa sensación casi un mes y medio por adelantado.
En contraste hoy, sábado a la noche, estoy en la computadora comiendo helado del pote y escuchando Norah Jones(me falta un gato para completar el cuadro patético), de mal humor, enojado con todos y conmigo mismo porque me estoy perdiendo una fiesta que vengo esperando hace rato y todo porque no tengo con quien ir. Yo soy independiente, me gusta hacer las cosas solo y pedir ayuda sólo cuando la necesito, de hecho he ido al cine y a recitales con mi sola presencia y sin depender de nadie, pero en estos momentos no tengo los ánimos suficientes como para salir solito solo y creo que eso es lo que más me molesta. No me afeité, ni me bañé siquiera hoy. Ya no me importa si llueve ni cuánto frío haga nuevamente. ¿Egoísta? Lo estoy tratando, hay taaaaantas cosas pero la terapia de a poco va funcionando aunque para la estabilidad emocional falta todavía.
Son esos momentos en los que no sabés a quién culpar o con quién enojarte, no me gustan porque justamente no sabés con quién agarrartela, a quién dedicarle las puteadas. Impotencia por saber que hay una solución sencilla y no querer acudir a ella, la estupidez e inmadurez de no querer hacerse cargo porque ¿cómo te castigas cuando te tenés que enojar con vos mismo?
Supongo que no queda otra que aceptar que hay situaciones en las que es más fácil estar acompañado, para que nos hagan la segunda al menos que no es poco...

viernes, 7 de agosto de 2009

Mentiras Confortantes

Finalmente ayer comencé la terapia, esta es mi cuarta psicóloga en lo que llevo recorrido en el camino del psicoanálisis(?). Me cayó... normal, ni. Pero me gustó que fuera directa y no le diera miedo decir las cosas por más feas que sonaran, creo que eso es lo que necesito en este momento: Honestidad. Y también ayuda para tratar de mejorarlas/cambiarlas/arreglarlas cuando las cosas no están bien o no me gustan.
Salí del consultorio con una mezcla rara de sensaciones... Fue como si alguien me "obligara" a abrir los ojos de golpe y dejar de esquivar la mirada. Es muy fuerte saber y entender esto, aunque debe ser aún más difícil tratar de cambiarlo. De golpe muchas cosas empezaron a ser claras, chocantes pero reales.
Justamente, hace menos de una semana vi la película "Simplemente no te quiere". Fue tragicómico ver cómo las protagonistas se auto-mienten y cómo, por no querer lastimar(aunque a la larga terminan lastimando más) las amigas del entorno reforzaban sus mentiras. Me reí, me sentí identificado, reflexioné. Se las recomiendo.
Volviendo al tema, esas son las mentiras que nos dejan tranquilos, que nos hacen sentir bien, pero mentiras en fin, y muy en el fondo(o no tanto) sabemos que lo son.
La idea no es traumarme ni ahogarme en mis problemas como hago siempre, ni tampoco obsesionarme por cambiar. Sí es ir tratando de ver las cosas como son aunque no me guste lo que vea, aceptar la realidad, no idealizar...
Para empezar, ya hicimos un pseudo "pacto" con unas amigas: ser frontales, decirnos siempre la verdad no importa cuál cruda o cruel fuera, no envolvernos en las excusas que nos dicen.
Es difícil evitar los impulsos que tiene uno cuando sabe que no están bien, tratar de ser razonable y no actuar como normalmente actuamos, es un desafío, pero nada es imposible...

sábado, 1 de agosto de 2009

Comparaciones Incorrectas

Comparar no es bueno y de hecho no me gusta comparar pero a veces no puedo evitar hacerlo. En estos momentos me comparo con otras épocas en las que estaba mejor y otras en las que estaba peor que ahora.
Cuando la realidad no es buena, cuando no me siento bien ni feliz ni me gusta la realidad necesito un escape. Es muy paradójico extrañar un momento en el que todo era una mentira, aunque yo estaba contento viviendo en esa fantasía.
Cada viernes me armaba el bolsito y me iba a Palermo, lejos de los problemas, de mi familia, de las obligaciones, de las explicaciones... No hacía nada, sólo taxi y delivery, dormía en cucharita y sin tener que tomar pastillas, el estómago estaba bien... Todo lucía bien, parecía ideal pero no lo era, simplemente era el escape que necesito ahora mismo, poder alejarme por un rato de todo. Hablo de paradoja porque justamente estoy cansado de las mentiras, de que me oculten las cosas, de los engaños, de la falsedad y todo esto es lo que había debajo de esa “escapada” semanal, aunque ésta tenía una máscara tentadora con ojos azules, casi irresistible. Era como echar la basura debajo de la alfombra y seguir como si nada pasara pero todo sale a la luz tarde o temprano y yo no tenía ni idea de lo que me esperaba, ni lo que estaba sucediendo. Sabía lo que quería, me conformaba con muy poco, me conformaba con nada y dando todo, para variar. Me sentía muy cómodo en mi escape de la realidad, son esas cosas que te hacen mal a la larga pero que al principio cuando no te das cuenta está bien…
Sé que estoy mejor ahora, a pesar de estar estancado en la cruel realidad, sin conformarme con nada, triste, ahogado en mis problemas, con ganas de llorar lágrimas que no salen, de gritar cosas que no sé.
Yo no creo en la venganza, cada uno cosecha lo que siembra y yo prefiero esperar a cosechar todo lo bueno que vengo sembrando y que me viene el doble de bueno por cada mal que me hacen. Pero siento que vengo acumulando tantas cosas negativas hace mucho tiempo y que todo puede explotar en cualquier momento y con la persona menos indicada. De más está decir que no quiero ni me parecería justo que esto suceda.
Hoy es uno de esos días en los que simplemente no entiendo ni soporto a nadie, ni siquiera o, mejor dicho, principalmente a mí.
Me encanta brindar ayuda, no sé por qué no puedo ayudarme a mí mismo, tal vez este esperando que alguien me ayude. Encerrado dentro mío, incómodo, pidiendo ayuda, sin tomar la mano que me extienden. Me resulta muy familiar esta situación pero en este caso me veo del otro lado de la pared, aunque esta pared la cree yo y sin dudarlo agarraría con todas mis fuerzas mi propia mano extendida hace unos meses. Con todo esto llegué a una reflexión: no extraño mis escapadas a Palermo, simplemente no quiero estar ni sentirme como lo hago ahora y cualquier otro momento parece ser más adecuado para vivir que el actual. Pero como dicen, no hay mal que por bien no venga ni que dure cien años y, al fin y al cabo, tarde o temprano todo termina…