martes, 25 de mayo de 2010

Soledad mode: On

[Esta entrada la venía escribiendo desde hace varios días pero terminó borrándose accidentalmente. Lo importante es que pude sacar la conclusión, pude entender lo que me pasa y también mejorar algunos chistes.]

Además de la gripe que a todos nos afecta en esta época, también es muy común la depresión otoñal. Es como si el frío y las hojas que caen de los árboles nos hicieran sentir más solos que nunca y añorar el calor que alguna vez tuvimos. Prácticamente nos sentimos obligados a bajar nuestras expectativas y vemos oportunidades donde nunca antes lo hubieramos siquiera pensado. En estos momentos me es casi imposible tomar a la ligera cualquier gesto de buena onda, termino encontrando una doble intención que no es más que un producto creado por mi mente enferma.

Es una situación rara, desconcertante, como si hubiera perdido la objetividad en cuestiones amorosas.

Una de mis nuevas teorías es que si se me tirara al menos un chongo por cada volante de prostitutas que me dan en la calle, ya no estaría soltero. Así que empecé a contarlos, sólo para indignarme porque ya pasé los 30… volantes, por supuesto y sigo igual.

Llegué al punto en el que cuando se me queda mirando fijo un chico lindo, lo único que puedo pensar es que tengo algo raro en la cara o los dientes. ¿Por qué creo que eso es más probable a que yo le pueda parecer... no te digo “atractivo” pero al menos “dable”, o “cogible”, ponele?

Aunque me cueste mucho aceptarlo creo que lo que realmente quiero es amor. Pero no hablo del afecto indispensable de la familia y amigos. Me refiero a que me guste una persona de verdad, a ese entusiasmo de cuando empezas algo lindo con alguien. Tal vez vengo renegando tanto con el tema porque Mr Independencia tiene que pedirle ayuda a alguien para dejar de estar solo y me siento muy estúpido, demasiado cursi. Yo siempre defendí la soltería, llevo mi estado civil como una bandera de guerra y tal vez esto significa que debería aceptar la derrota.

No tengo que admitir ningún error, simplemente estoy cambiando de etapa y no podemos siempre querer lo mismo, sino la vida sería aún mucho más aburrida de lo normal

martes, 11 de mayo de 2010

corre, Naju, Corre...

La vida no se trata siempre de avanzar. Hay momentos en los que necesitamos deternos a un lado del camino para planear la ruta que queremos seguir. Otros en los que sentimos que retrocedemos o miramos hacia atrás reviviendo por un rato el pasado. ¿Quién no corrió a toda velocidad y terminó estampado contra una pared? También podemos dar pasos cortos pero firmes.
Nadie nace sabiendo todo, tarde o temprano todos nos convertimos en maratonistas de este triatlón al que llamamos vida. No se puede pretender ir todos al mismo ritmo, algunos necesitamos descansar más que otros para recomponernos y poder continuar, y esto no es algo malo.
Lo ideal es hacer lo que creemos que es lo mejor para nosotros mismos. No importa si gateamos, caminamos, trotamos o corremos, al final lo importante es llegar a la meta... y si nos lo proponemos, algún día seguramente lo lograremos.